“Decir
amigo… no se hace extraño cuando se tiene se sed de 20 años y pocas pelas y el alma sin medias suelas…
decir amigo se me figura que es decir ternura… Dios y mi canto saben a quién
nombro tanto.”
Todo lo que
podía salir mal; salió, todo lo que podía ser destruido se destrozó en la busca
de algo que jamás supimos. El comienzo
de todo lo que nunca creímos que pasaría, está aquí para recordarnos que
doblarle la mano al destino es un acto de soberbia que se termina pagando con
llanto perenne por los pasillos, sombras, o acomodando los libros en la repisa. Paseando a los hijos por las avenidas floridas, mientras nuestros ojos quieren esquivar el
sol; la gran verdad que nos pega en la cara.
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